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domingo, 7 de junio de 2015

Resentimiento: La emoción de la almohada



Santiago está resentido con su ex-jefe. Con su ex-jefe, con su ex-empresa, con la incomprensión de su mujer, con la vida y con Dios sabe cuantas cosas más.

Después de un tiempo esa combinación de dolor y enojo se ha ido enquistando hasta formar una herida con la que no le ha quedado más remedio que acostumbrarse a vivir.

¿Es que ya nadie se acordaba de todo lo que él había hecho por la empresa? ¿De los fines de semana en los que se llevó trabajo a casa y de cómo sacrificó irrecuperables porciones de tiempo con su mujer y sus hijos? ¿De como antes le pedían consejo porque él era un referente para los recién incorporados?. "Un referente..." ¿A quién le importaba ya todo eso?.

Lo cierto es que no sabía inglés y en este mundo global en el que la empresa se estaba expandiendo para sobrevivir, si no sabes inglés... ya se sabe. No podía evitar pensar que iba a ser sustituido por un niñato cuyo mayor logro era haber hecho un Erasmus apoyándose en el inglés que sus padres se habrían esforzado en costearle. Su propia hija estaba a punto de volver de una beca en Londres y quién sabe si llegaría a ser uno de esos "niñatos" para cualquier otro "Santiago", así que incluso su rabia se veía atenazada entre sentimientos contradictorios.

Y aunque le despidieron hace ya casi dos años, Santiago sigue instalado en el resentimiento al igual que quizá lo haríamos cualquiera de nosotros.

Qué palabra tan curiosa: Re-sentimiento. Volver a sentir una y otra vez. La emoción de la almohada como lo llaman algunos ya que durante la noche volvemos a revivir una y otra vez aquel instante que quedó grabado en nuestra mente con una emoción que no nos deja dormir, recreando la situación como a nosotros nos hubiera gustado que pasase e impartiendo justicia con esa dosis de venganza que siempre acompaña al resentimiento.

Hoy Santiago me ha llamado para tomar un café como tantas otras veces. Hace tiempo que creo que es importante dar un giro a esta situación, empezando por dejar a un lado los paños calientes y poner sobre la mesa que él también contribuyó de alguna manera al modo en que se produjeron los hechos. Suena un poco duro y no quiero decir que en la balanza de responsabilidades él tuviera el peso mayor, pero estoy convencido de que esa postura victimista y de falsa indefensión no le ayuda en absoluto. Quizá al principio era un bálsamo necesario, pero ahora sólo pone plomo en sus alas.

No sé como hacerle entender que no se pueden evitar los contratiempos y que hay que pasar página. Ni los del pasado ni los que están por venir. Que tiene que aceptar que si bien todo eso le hizo daño y se le cerraron puertas importantes, tiene que mirar hacia adelante o nunca verá otras puertas que podrían abrirse. Seguro que me manda a paseo. "Qué fácil lo ves todo, claro ¡como tú tienes trabajo!".

Los que saben de esto dicen que el resentimiento sólo se supera con tres acercamientos: la asunción de tu Responsabilidad en lo que pasó (de cómo contribuiste a que eso sucediese ya sea haciendo o no haciendo algo), con la Aceptación de que lo que pasó ya pasó, y con el Perdón. Pero ¿cómo hablar de Perdón si hasta a mí me suena a moralina religiosa totalmente fuera de lugar frente a alguien como Santiago?.

Sin embargo quienes en algún momento hemos sentido la esclavitud del resentimiento, sabemos que el perdón supone soltar lastre, liberarse de los lazos que nos atenazan y parar ese ciclo de re-sentir lo mismo una y otra vez. Supone no sólo perdonar al otro, sino también perdonarse a sí mismo porque en el fondo nos sentimos culpables por algo que hicimos o por algo que no supimos o no fuimos capaces de hacer. Como afirma Fredy Korman: "cuando liberamos al pasado, también somos liberados por él", y como dicen Silvia Guarnieri y Miriam Ortiz de Zárate en su libro No es lo mismo: El perdón nos otorga el poder de trascender y crecer, así como la libertad para continuar con nuestra vida sin el peso de interminables asuntos pendientes.

Os dejo. Tengo que tomar un café con un amigo y todavía no tengo muy claro qué irá después del acostumbrado "Hola Santi, te veo bien..."


1 comentario:

  1. Ojalá haya muchos Santis que puedan contar con amigos como tú, Javi.
    Un abrazo

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